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Expelotero dominicano cambió el guante por una placa de policía en EE.UU.

José Martínez.

Phoenix, EE.UU.- El sueño del dominicano José Martínez era ser un gran pelotero y estuvo muy cerca de lograrlo, pero la vida le tenía preparada una «jugada» sorpresa que le llevó a dar un giro de 180 grados al convertirse en policía y verse obligado a perfeccionar su inglés a la carrera, y nunca mejor dicho.
Martínez pitcheaba en las ligas menores de los Diamondbacks de Arizona como uno de los mejores prospectos, pero en 2014, mientras practicaba bajo las frías temperaturas de Indiana (Indianápolis), sufrió una lesión que truncaría su carrera.
«En mi país el clima es algo diferente, mi cuerpo no estaba acostumbrado a jugar en la nieve. Cuando me mandaron a Indiana me costó acostumbrarme como lanzador, lo que causó un desgaste en mi codo. (Esto) fue lo que limitó mi carrera poco a poco, hasta que se acabó», dijo a Efe Martínez, de 25 años.
Pese a que vivió una profunda depresión al quedar al margen del béisbol profesional, buscó la manera de salir de la «oscuridad» persiguiendo otro de sus sueños, el de ser policía.
«Decidí que tenía que hacer algo en la vida para ver por mi familia, como mi padre me lo enseñó. Fue difícil encontrar lo que tenía que hacer y olvidarme del béisbol…Bueno, no olvidarme porque aún juego por diversión, pero sí dejar atrás esa carrera y sustituirla por otra», comentó.
Desde julio de 2019, Martínez se desempeña como oficial en la Oficina del Alguacil del Condado de Maricopa (MCSO), en la Cárcel de Durango, ubicada en Phoenix (Arizona). El centro penitenciario de mediana seguridad puede recibir más de 2.000 mil prisioneros.
«Definitivamente mi vida dio un giro de 360 grados, jugar béisbol era divertirte, básicamente me pagaban por hacer lo que me gusta. Como policía trabajas porque hay personas detenidas, pero sabes que también ayudas a tu comunidad», expresó.
Sus labores como oficial, según dijo, son las de cuidar a los prisioneros, asegurarse de que todos se encuentren bien y reciban sus medicinas y alimentos. Además, debe vigilar la seguridad de las áreas de la cárcel.
Martínez está convencido de que se requiere un «buen corazón» para ser policía, y aunque debe tomar precauciones, su trabajo lo motiva «día a día».
«Cada vez que veo un policía en la calle me da la misma ansiedad que cuando miraba a un beisbolista con uniforme; cuando yo siento esa emoción sé que voy a tener éxito», aseguró.
Nacido en República Dominicana, Martínez empezó a jugar béisbol desde que tenía cinco años, debido a que su padre es un fanático de este deporte y fue quien lo motivó desde pequeño en pos de una carrera como pelotero profesional.
Cuando tenía trece años, un cazatalentos vio su potencial y lo introdujo en los equipos estadounidenses de béisbol. Finalmente se quedó a jugar con los Diamondbacks de Arizona, que tiene su sede en Phoenix.
Durante siete años jugó profesionalmente en las ligas menores como lanzador. Se encargaba de abrir los partidos, hasta que hace cinco años sufrió la lesión. Esto lo obligó a pasar como relevista durante dos años, hasta que, debido al daño que se hizo, le fue imposible continuar con el deporte.
«Fue muy duro y frustrante, estuve deprimido por mucho tiempo ya que estaba tan cerca de lograr mi carrera…Estuve fuera de los juegos por más de 18 meses; aun así, pude recuperarme y volví a intentarlo, pero fue muy difícil», narró.
Al llegar el diagnóstico que determinó el fin de su carrera de pítcher, sintió mucha ansiedad y depresión, y dejó de ver los juegos de béisbol por televisión. Tampoco asistió a los estadios como espectador.
«Me daba mucha tristeza ir a los juegos y ver a mis compañeros jugar», recordó.
Pero cuando su vida parecía no tener futuro, decidió darle una vuelta al recordar que, de niño, también tuvo el sueño de ser policía.
«Mi padre fue militar para el ejército de República Dominicana por 35 años. Mi hermano también sirve en el ejército, me gusta seguir sus pasos y me gusta mucho la policía, ahora mi sueño es subir de rango y tener éxito en mi carrera», afirmó.
Pero no le fue fácil abrirse camino como inmigrante. Su primer impedimento fue el idioma. Como no hablaba inglés, cuando llegó a Estados Unidos en 2011 tuvo que abstenerse de muchas cosas, recordó.
«Fui a un McDonald a comprar comida y prácticamente no sabía cómo ordenar nada; aparte, era muy tímido y no pude pedir nada, así que me fui con hambre», rememora.
Con los años fue aprendiendo el idioma y aunque reconoció que, durante su estancia en la academia de oficiales del Condado de Maricopa, fue difícil estudiar los términos legales, con perseverancia lo logró.
«Nada es imposible; si lo quieres de corazón y tienes fe lo puedes lograr trabajando duro y honestamente. Tener un récord limpio me ayudó. Como dicen en Dominicana: ‘Si no tienes cola que te pisen irás por buen camino'», expresó.
Por lo pronto, el joven intenta seguir conectado con el béisbol.
Entrena a nuevos peloteros para que no «se pierdan en el camino, por una mala lesión que limite su carrera», sostuvo Martínez, quien espera su primer hijo. «¡Será un gran beisbolista!», vaticinó.

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