Es sabido que hacer actividades físicas de intensidad moderada, como practicar algún deporte, caminar y andar en bicicleta, tiene grandes beneficios para la salud y estar activo a lo largo del día, más allá de la edad, ayuda a mantener y alcanzar los niveles de actividad recomendados.
En reconocimiento de la singularidad, la longevidad y la versatilidad de la bicicleta, que lleva en uso dos siglos, y que constituye un medio de transporte sostenible, sencillo, accesible, fiable, limpio y ecológico que contribuye a la gestión ambiental y beneficia la salud, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidió declarar el 3 de junio como Día Mundial de la bicicleta.
Uno de los principales promotores de esta iniciativa fue el sociólogo polaco-estadounidense Leszek Sibilski, quien encabezó una campaña visibilizar la necesidad de que la ONU declarase el Día Mundial de la Bicicleta.
Nacido en 1958 en Jarocin, Polonia, Sibilski se formó en ciclismo en pista entre 1971 y 1983. Fue campeón nacional junior en sprint así como en las distancias de 500 y 1000 metros y fue miembro de una selección nacional de su país. En 1976, fue elegido Ciclista del Año por el Comité Olímpico Polaco y, aunque no continuó su carrera profesional, se mantuvo activo en la promoción del deporte. Se dedicó especialmente a mejorar la situación de los atletas con discapacidad en los países en desarrollo y la participación de minorías en el deporte. Participó en el relevo de la antorcha de los Juegos Paralímpicos de Invierno de 2010.
En 2015, con la publicación de un artículo titulado El ciclismo es asunto de todos, Sibilski inició una campaña de base para establecer un día de la bicicleta. Recibió el apoyo formal de la Representación de Turkmenistán ante las Naciones Unidas. El 12 de abril de 2018, la resolución que establece el 3 de junio como Día Mundial de la Bicicleta, fue apoyada por 193 países, de los cuales 56 fueron copatrocinadores.
La resolución busca poner de relieve y fomentar el uso de la bicicleta como medio para fomentar el desarrollo sostenible, reforzar la educación de los niños y los jóvenes, incluida la educación física, promover la salud, prevenir las enfermedades, fomentar la tolerancia, el entendimiento y el respeto y facilitar la inclusión social y la cultura de paz.
En el documento de la ONU se indica, entre otros puntos, que se alienta a los Estados miembros a que otorguen una atención especial a la bicicleta en las estrategias de desarrollo intersectoriales y a que la incluyan en las políticas y los programas de desarrollo internacionales, regionales, nacionales y subnacionales, según proceda; a adoptar las mejores prácticas y los medios para promover la bicicleta entre todos los miembros de la sociedad, incluso las iniciativas encaminadas a organizar marchas de bicicletas en los niveles nacional y local como medio de fortalecer la salud física y mental y el bienestar y desarrollar una cultura de la bicicleta en la sociedad; y a mejorar la seguridad vial y a integrarla en la planificación y el diseño de infraestructuras sostenibles de movilidad y transporte, en particular mediante la adopción de políticas y medidas dirigidas a proteger y promover activamente la seguridad peatonal y la movilidad en bicicleta, con miras a obtener resultados más amplios en materia de salud, en particular la prevención de lesiones y enfermedades no transmisibles.
Sin ir más lejos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ofrecer una infraestructura segura para las actividades físicas, como cambiar o andar en bicicleta, es el camino para alcanzar una mayor equidad en materia de salud. Para los sectores urbanos más pobres, que no pueden permitirse vehículos propios, la bicicleta se puede convertir en su medio de transporte. Al mismo tiempo, pueden reducir el riesgo de contraer enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, ciertos tipos de cáncer, diabetes e incluso la muerte.
Es que el ejercicio físico con el uso de bicicleta ayuda a proteger las articulaciones y a quemar calorías, combate el dolor de espalda, fortalece el sistema inmunológico y reduce los niveles de cortisol, una hormona vinculada al estrés.
Satisfacer las necesidades de los ciclistas urbanos y peatones sigue siendo, por tanto, crucial para solucionar los problemas de movilidad de las ciudades, para mitigar el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero debido al crecimiento de la población y para mejorar la calidad del aire y la seguridad vial.
Fuente: Infobae
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