En las faldas del volcán Chachani, a casi una hora del centro de Arequipa, se ubica uno de los últimos pueblos jóvenes del distrito de Cayma. Ahí, un grupo de madres enciende el fogón de lunes a viernes para preparar el almuerzo. El alimento de decenas de familias que no pueden cocinarse en casa por la falta de ingresos.
Es jueves por la mañana y en la cocina popular “El Divino de Los Jazmines” nos reciben seis de ellas. Una habitación sencilla, con muros de sillar y techo de calamina, alberga la cocina, utensilios e ingredientes.
Con la pandemia en pleno ascenso, en las zonas marginales del país, surgieron estas organizaciones vecinales para contener el hambre. En Arequipa, se contabilizaron hasta 150 en los distritos de Cerro Colorado, Cayma, Alto Selva Alegre, etc.
Grecia Gutiérrez es presidenta de la olla común “El Divino de los Jazmines”. Con sus vecinas, la fundaron en mayo de 2020. Varias familias se habían quedado sin ingresos para alimentarse. Preocupaban 80 niños y ancianos. Hoy preparan 272 raciones para ochenta familias. Quienes pueden pagar abonan S/ 2 por plato y otros lo reciben gratuitamente.
Hoy el menú es revuelto de verduras y caldo de arroz, dice Greyz Páucar. Cuenta que al inicio fue difícil. Todo era prestado: las ollas, la cocina etc. Hasta hace una semana cocinaban a gas pero el encarecimiento del combustible las obligó a volver a las fogatas. Pasaron varias peripecias. Desde la falta de alimentos hasta un incendio en marzo pasado. “Nos quedamos en la calle, los niños y ancianos esperaban con sus platos. (…) La situación se agravó por las lluvias”, recuerda.
El padre Alex Buzuti, de la parroquia Santa Elena, las ayudó a reconstruir lo perdido. Este sacerdote ayuda a todas las ollas comunes de Cayma. Les entrega cada cierto tiempo arroz, aceite y leche, etc.
Ollas comunes en Santiago-Cusco Con la pandemia, cientos de santiaguinos en Cusco se quedaron sin trabajo. Así surgieron las ollas solidarias. Clorinda Huamán presidió la suya en la Apv Inti Raymi. Alimenta a 120 personas. La rutina es casi diaria, madruga todos los días al mercado en busca de los ingredientes. Tener gas en la Apv Inti Raymi es un lujo. Lo habitual es prender el fogón con leña. A las 12 del mediodía el tarwi, locro de zapallo, sopa de trigo, solterito están listos para servirse.
“Tengo tres hijos de sangre, pero la pandemia me entregó muchos más. Si paro qué comen ellos. Muchos huérfanos solo me tienen a mí. Mis abuelitos…Don Roberto que con su bastoncito viene a comer y solo tiene a nuestra olla solidaria para sobrevivir”, cuenta emocionada Clorinda.
La olla solidaria de Inti Raymi es apenas de una de las 18 en el distrito de Santigo. La primera en funcionar en la provincia Cusco fue la del pueblo joven Maco Cápac ubicado en el distrito populoso. Hoy esa iniciativa se convirtió en comedor popular para 300 personas. Uno de los promotores de la primera olla solidaria, Sergio Sullca, sostuvo que ante la necesidad de comida solo se podía juntar esfuerzos y gestionar alimentos de los mercados y de algunas instituciones. Muchas de las ollas comunes pasaron a ser comedores populares abastecidos por la Municipalidad Provincial del Cusco.
De ollas a comedores El subgerente de Programas Alimentarios y Vaso de Leche de la municipalidad de Cusco, Gorky Follana, sostuvo que las ollas comunes se convirtieron en asistencia alimentaria en pandemia Follana informó que funcionan 35 comedores populares en Cusco. Antes eran ollas comunes que consiguieron reconocimiento del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. Por eso reciben menestras, arroz y carne en forma periódica. El funcionario explicó que 600 mil soles anualmente se destina para los comedores populares en Cusco. A la fecha, seis ollas comunes están en trámite. Entre los requisitos que deben cumplir es beneficiar a mínimamente 30 personas, tener seis meses de funcionamiento y una inscripción en la municipalidad.
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