El presidente Donald Trump anunció ayer viernes que no asistirá a la ceremonia de traspaso de mando a su sucesor, Joe Biden, el próximo 20 de enero en las escalinatas del Capitolio. Su decisión no extraña en el contexto de lo sucedido en las últimas semanas desde la elección en las que el presidente saliente sostiene que hubo fraude y le robaron su victoria, aunque no haya podido aportar pruebas al respecto.
Sin embargo, al ausentarse, Trump romperá con una larga tradición estadounidense (y de las democracias más estables) en la que los mandatarios salientes participan del acto de jura de su sucesor, aunque no simpatice con sus ideas políticas.
Así y todo, no será la primera vez que ocurre en la historia de Estados Unidos.
El último presidente que no asistió a la jura de su sucesor fue Richard Nixon en 1974, aunque en circunstancias especialmente traumáticas: acababa de presentar su renuncia por el escándalo Watergate y su vice Gerald Ford se hizo cargo de la presidencia en una ceremonia rápida de emergencia en el salón Este de la Casa Blanca, cuando Nixon ya la había dejado.
En realidad, para encontrar un antecedente más parecido al de Trump y Biden, hay que retroceder 152 años.
Fue en 1869, cuando el demócrata Andrew Johnson decidió no asistir a la jura del presidente entrante, el republicano Ulysses S. Grant.
Aunque tomó la decisión a último momento, había una larga historia de disputas entre ambos.
Johnson, vicepresidente de Abraham Lincoln, había asumido el poder tras el asesinato de éste el 14 de abril de 1865. Sus visiones racistas lo habían enfrentado más de una vez con Grant, que en aquel momento conducía el ejército.Luego pujaron cuando Johnson quiso remover al secretario de Guerra, que resistió con el apoyo de Grant.
Johnson fue el primer presidente que debió atravesar un proceso de impeachment en el Congreso, que contó con el apoyo entusiasta de Grant.
Grant fue el candidato republicano en 1968 y ganó cómodamente unas elecciones en las que Johnson ni siquiera se presentó por no tener el apoyo de su partido. El presidente saliente y el entrante se detestaban, resumió Ronald Shafer en el Washington Post, por lo que desde el vamos se vio quesería compleja la ceremonia de traspaso de mando.
Grant avisó que se negaba a compartir carruaje con Johnson en el trayecto entre la Casa Blanca y el Capitolio, como se estilaba en aquel tiempo.
Los encargados de protocolo avisaron entonces que cada uno iría en su propio carruaje. Pero al secretario de la Marina, Gideon Wells, le pareció que el pedido de Grant había sido sumanente ofensivo, y en una reunión de gabinete a comienzo de enero de 1869 le sugirió a Jackson que no debía asistir a la ceremonia prevista para el 4 de marzo. Había dos antecedentes, algo lejanos y cuando la ceremonia de traspaso aún no tenía el peso simbólico que adquirió después: John Adams había dejado Washington en 1801, un día antes de la asunción de su sucesor, Thoma Jefferson; y su hijo, John Quincy Adams, había hecho lo mismo en 1829, antes de que asumiera Andrew Jackson.
Johnson no tomó la propuesta con entusiasmo. Durante las semanas siguientes, él y la mayoría de su gabinete se convencieron de que los más adecuado era ser parte de la ceremonia, que ya iba adquiriendo un peso simbólico para la democracia estadounidense.
Pero cuando la mañana del 4 de marzo, los funcionarios comenzaron a llegar a la Casa Blanca, el presidente los sorprendió al decirles que mejor se quedarían trabajando y terminando las cuestiones de último momento.
Lo que nadie sabía en aquel momento es que Johnson le había enviado el día anterior una carta a Grant instándolo por última vez a compartir el carruaje durante la ceremonia. Pero no obtuvo respuesta.
Cuando las carrozas que llevaban a la comitiva de Grant llegaron a la Casa Blanca con un coche vacío para recoger a Johnson, nadie salió del edificio. Aguardaron algunos minutos en vano, hasta que decidieron seguir el camino hacia el Capitolio sin el presidente saliente.
Mientras Grant juraba en el Congreso, Johnson terminó de hacer su trabajo y firmar algunos decretos, saludó a todo el personal de la residencia y partió hacia Tennessee.
Fuente: Infobae
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