El Senado de EE.UU. subrayó su compromiso con un «traspaso pacífico del poder» si el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, gana las elecciones de noviembre, después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, se negara a garantizar que cedería el mando sin problemas.
La negativa de Trump a garantizar que aceptaría un «traspaso pacífico» del poder si pierde el 3 de noviembre, expresada el miércoles durante una rueda de prensa, provocó que numerosos miembros de su partido se distanciaran de esa postura y que el presidente tratara de matizarla, pero sin dar marcha atrás del todo.
«Queremos asegurarnos de que las elecciones se desarrollan de forma honesta, y no estoy seguro de que eso pueda ocurrir», dijo Trump este jueves a los periodistas al abandonar la Casa Blanca rumbo a Carolina del Norte.
EL SENADO DEFIENDE UNA TRANSICIÓN «PACÍFICA»
Las declaraciones de Trump llevaron al Senado a aprobar por unanimidad este jueves una resolución no vinculante en la que la Cámara reafirma «su compromiso con la transición ordenada y pacífica del poder que exige la Constitución de Estados Unidos».
«No debe haber perturbaciones, por parte del presidente o de ninguna otra persona en el poder, para anular la voluntad del pueblo de Estados Unidos», advierte la resolución, impulsada por el senador demócrata Joe Manchin.
La declaración se aprobó con una rapidez poco habitual en el Senado, de mayoría republicana, horas después de que el líder conservador en esa cámara, Mitch McConnell, se desmarcara de los comentarios de Trump.
«El ganador de las elecciones del 3 de noviembre será investido presidente el 20 de enero. Habrá una transición ordenada, como la ha habido cada cuatro años desde 1792», escribió McConnell en Twitter.
A él se sumaron otros legisladores conservadores como los senadores Lindsey Graham y Marco Rubio o la congresista Liz Cheney; aunque la mayoría de miembros del Partido evitaron criticar directamente a Trump.
La que sí lo hizo fue la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, al afirmar en una rueda de prensa: «Usted no está en Corea del Norte, usted no está en Turquía, usted no está en Rusia, señor presidente. Usted está en (…) una democracia. ¿Por qué no intenta honrar su juramento de la Constitución de EE.UU.?».
LA ÚLTIMA POLÉMICA DE TRUMP
La portavoz de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, intentó frenar la polémica al asegurar a los periodistas que Trump «aceptará los resultados de unas elecciones libres y justas», pero no quiso responder a la pregunta de si se ajustará a ese principio incluso si pierde en noviembre.
Trump ha insinuado muchas veces que podría no aceptar el resultado de las elecciones si no se le declara ganador, y ha acusado sin pruebas a la oposición demócrata de estar orquestando un «fraude» al expandir las posibilidades de votar por correo en varios estados, debido a la pandemia.
El mandatario insiste en que el voto por correo puede favorecer el fraude, algo sobre lo que no ha aportado pruebas y que es extremadamente improbable que ocurra, como han demostrado varios estudios.
El propio director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), Christopher Wray, reconoció este jueves durante una audiencia ante el Senado que EE.UU. no ha detectado «históricamente ningún tipo de intento coordinado de fraude electoral a nivel nacional en unas elecciones importantes».
Trump también afirmó este miércoles que cree que el resultado de las elecciones estará tan disputado que acabará en el Tribunal Supremo, una idea que también han citado algunos senadores republicanos como justificación para aprobar antes de los comicios a una sustituta de la recién fallecida jueza Ruth Bader Ginsburg.
Preguntado este jueves por el tema en una entrevista radiofónica, Trump matizó que sí estaría «de acuerdo» con una potencial decisión del Supremo que no le certificara como ganador.
Pero poco después, desde Carolina del Norte, insistió en que quiere conocer el resultado de las elecciones el mismo 3 de noviembre, y teme que «las papeletas» enviadas por correo «tarden semanas y semanas en llegar».
ABUCHEADO EN EL TRIBUNAL SUPREMO
El presidente empezó el día con una fugaz visita a la capilla ardiente de la jueza Ginsburg en el Tribunal Supremo, donde permaneció durante un minuto junto a su esposa Melania mientras decenas de personas le abucheaban desde la calle.
«¡Votemos para que se vaya!», coreaban los ciudadanos que esperaban su turno para acercarse al féretro de la magistrada progresista, que era todo un icono del movimiento feminista.
Trump también anunció en Carolina del Norte un plan de salud titulado «Estados Unidos primero», pero no llegó a presentar ninguna propuesta legislativa: solo firmó dos decretos diseñados para convencer a los votantes de que confíen en él a pesar de no haber cumplido su promesa de derogar la reforma sanitaria de 2010.
Uno de los decretos declara que Estados Unidos se compromete a proteger la cobertura sanitaria de aquellos ciudadanos que tengan enfermedades preexistentes, y pide al Congreso encontrar una solución para proteger a los estadounidenses frente a facturas médicas sorpresa.
Fuente: EFE
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