El líquido amniótico es la sustancia que rodea al feto dentro del saco amniótico. Esta es una bolsa en la que el bebé se forma y se desarrolla hasta el momento de nacer.
El líquido amniótico cumple un papel fundamental en el desarrollo. Lo más importante es que protege el cuerpo del bebé, así como los órganos de la madre. También ayuda a mantener el equilibrio biológico.
Debido a su importante papel, el líquido amniótico se puede emplear en medicina para obtener datos acerca de la salud y el desarrollo del feto. Entre otros aspectos, esto permite abordar algunas enfermedades de manera temprana.
¿Qué es el líquido amniótico?
El líquido amniótico es un fluido de color claro, casi transparente, aunque con un tono amarillento. Es normal que también presente algunas leves manchas de sangre. Por lo general, no tiene olor.
A medida que avanza el embarazo puede llenarse de grumos que son descamaciones de la piel del bebé. Cuando pasa la fecha esperada de parto adquiere un tono lechoso. O sea, luego de las 40 semanas. Está compuesto de agua, electrolitos, proteínas, carbohidratos, lípidos, minerales, urea y células fetales.
Esta sustancia comienza a producirse a los 12 días de gestación. Luego aumenta de forma progresiva hasta alrededor de la semana 34. Después disminuye un poco y las membranas se rompen cuando comienza el trabajo de parto en la conocida rotura de aguas.
¿Cuál es su función?
El líquido amniótico cumple un papel clave durante la gestación. El feto flota dentro de esta sustancia, que de no existir haría imposible el desarrollo.
Aunque todavía hay vacíos en la ciencia sobre este tema, se ha establecido que las principales funciones de esta sustancia son las siguientes:
- Facilita el crecimiento óseo: esta sustancia permite que el feto se mueva con libertad, sin que las membranas del saco amniótico se adhieran a su cuerpo. Así puede crecer sin dificultades.
- Favorece el desarrollo muscular: permite que el feto se ubique en diferentes posiciones. Esto contribuye al desarrollo de los músculos.
- Protege al feto: el líquido amniótico sirve como amortiguador en caso de que haya golpes externos o movimientos repentinos. Así mismo, reduce el impacto de las contracciones del útero.
- Protege a la madre: el fluido también sirve como amortiguador para la madre frente a los movimientos del feto. Así mismo, evita daños a los órganos próximos e impide la compresión del cordón umbilical.
- Crea un entorno propicio: mantiene la temperatura adecuada dentro del útero. También proporciona un ambiente estéril, es decir, libre de gérmenes.
- Permite el intercambio de sustancias bioquímicas y regula el pH.
- Favorece el desarrollo de los pulmones: desde el segundo trimestre, el feto inhala y traga líquido amniótico. Esto ayuda a que sus pulmones se desarrollen, así como su sistema gastrointestinal.
- Acomodación al canal del parto: este líquido ayuda al feto a acomodarse en el canal del parto. Luego, lubrica la zona para facilitar el nacimiento.
Principales problemas asociados al líquido amniótico
1. Líquido amniótico insuficiente
A esta condición también se le conoce como oligohidramnios y aumenta el riesgo de que se presenten accidentes con el cordón umbilical. La falta de líquido hace que el feto tenga menos espacio para moverse sin obstáculos.
Si esta situación se mantiene por algún tiempo también es posible que haya detención en el desarrollo pulmonar, ya que el feto inhala y exhala esta sustancia. Así mismo, es probable que se presente un parto prematuro.
El problema puede ser causado por deshidratación de la madre, alteraciones con la placenta y rotura prematura de membranas. Si el caso es grave, es probable que el médico decida adelantar el parto para evitar riesgos mayores.
2. Exceso de líquido amniótico
También conocido como polihidramnios. El mayor riesgo de esto es que se presente un parto prematuro, por lo que requiere de un seguimiento médico minucioso. Se trata con medicamentos o eliminando el exceso. Si se presenta al final del embarazo es posible que no haya necesidad de un abordaje intensivo.
El exceso de líquido amniótico es provocado por diabetes gestacional, con frecuencia, o por anomalías en el feto. Se ha establecido que esta condición es más común en los embarazos múltiples.
3. Fugas de líquido amniótico
Se presentan cuando hay pérdidas de líquido amniótico durante el embarazo. Estas pueden ser lentas, en baja cantidad o repentinas y abundantes. Si aparecen antes de la semana 37 se denominan ruptura prematura de membranas.
Esta condición podría derivar en un deterioro del desarrollo fetal, infecciones o partos prematuros. En algunos casos requiere hospitalización y tratamiento con medicamentos para acelerar la maduración pulmonar del feto. El objetivo es retrasar el parto tanto como sea posible.
Si las fugas se presentan después de la semana 37 es posible que no se requiera ningún abordaje. El médico podría recomendar la inducción del parto si el mismo no se inicia 24 horas después del evento.
¿Cuándo ver a un médico?
Lo más habitual es que el exceso o la falta de líquido amniótico no generen ningún síntoma en la madre. Si hay poco líquido es posible que solo se sienta que el feto se mueve menos de lo que debería.
Si hay mucho líquido la madre sentirá a veces dificultad para respirar o experimentará contracciones dolorosas antes de la fecha prevista. Las fugas de líquido, si se detectan, son motivo de consulta médica inmediata.
Teniendo en cuenta la importancia del líquido amniótico para el desarrollo normal del bebé, lo más indicado es cumplir con las consultas de control de forma rigurosa. Es clave informarle al médico cualquier signo que se experimente.
Fuente: Mejor con salud
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