Más de un tercio de las muertes provocadas por las canículas en el mundo son directamente atribuibles al cambio climático y la proporción es superior en países como Brasil, Colombia y Perú, según un estudio divulgado el lunes.
Publicado en la revista Nature Climate Change, el estudio es fruto del trabajo de un equipo de 70 investigadores internacionales que compiló datos de 43 países entre 1991 y 2018.
Su metodología se basó en cruzar los datos sanitarios con las temperaturas registradas y unas modelizaciones climáticas. Y compararon el número de muertes acontecidas respecto a las que cabría haber esperado sin el fenómeno del calentamiento.
Su conclusión es que un promedio de 37% de los decesos relacionados con las altas temperaturas son directamente atribuibles al cambio climático.
En cifras, este porcentaje representa 100.000 muertos cada año, según los investigadores. Y el dato podría estar subestimado puesto que falta información de determinadas regiones especialmente afectadas por las olas de calor, como África Central y Asia del Sur.
En los países desarrollados, como Estados Unidos, Australia, Francia, Gran Bretaña y España, el porcentaje de muertes atribuibles al calentamiento oscila entre 35% y 39%, pero este supera 40% en naciones como México, Chile, Sudáfrica, Tailanda y Vietnam.
En Brasil, Colombia, Perú, Guatemala y Filipinas, se dispara por encima del 60%.
– Impactos negativos –
Estos resultados demuestran que «el cambio climático no es un fenómeno de un futuro lejano», explica Antonio Gasparrini, autor principal del estudio y profesor de la London School of Hygiene and Tropical Medicine. «Podemos medir los impactos negativos sobre la salud, además de los efectos medioambientales y ecológicos ya conocidos».
Un estudio de 2019 publicado en la revista médica The Lancet estimó en 300.000 las muertes anuales en el mundo relacionadas con las canículas, que según los científicos continuarán multiplicándose bajo los efectos del cambio climático.
Pero esta mortalidad no se debe exclusivamente al alza de las temperaturas estivales (+ 1,5 ºC desde 1991 en las regiones concernidas por el estudio).
La duración de las olas de calor, el alza de las temperaturas nocturnas respecto a las diurnas y las tasas de humedad también desempeñan un papel importante.
Las técnicas de adaptación entran asimismo en juego, según el estudio. Por ejemplo, la mortalidad podría reducirse si se extendiera el uso del aire acondicionado, pero este, al ser una tecnología energívora, contribuye a su vez al calentamiento.
Los estudios sobre las consecuencias del calentamiento global, especialmente los fenómenos meteorológicos extremos, se multiplicaron en los últimos años, pero son pocos los que conciernen la salud humana, según Dan Mitchell, investigador de la Universidad de Bristol (Gran Bretaña), en un comentario publicado en la revista Nature Climate Change.
Este nuevo «punto de vista es esencial, para que los líderes mundiales comprendan los riesgos», indicó Mitchell.
2021 es considerado un año crucial para la acción contra el cambio climático, con la celebración de la COP26 en noviembre en Glasgow (Escocia), llamada a tomar decisiones determinantes contra este fenómeno, antes de que sea vuelva irreversible.
AFP
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