La Corte Suprema de Brasil concluyó este miércoles un proceso en el que se ha reafirmado que el exjuez Sergio Moro no actuó con la debida “imparcialidad” en uno de los juicios a que fue sometido el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
La decisión, adoptada por siete votos frente a cuatro, ratifica una sentencia dictada por la Segunda Sala de la Corte Suprema, que ya se había pronunciado sobre las sospechas de que Moro, quien fue luego ministro de Justicia en el Gobierno de Jair Bolsonaro, no había actuado con “imparcialidad” en un juicio contra Lula.
El fallo se limita a un juicio sobre un apartamento en una playa que Lula habría recibido a título de soborno por supuestos “favores” a algunas empresas privadas en contratos con organismos públicos.
Por ese y otro juicio dirigido en la época por Moro, el exmandatario fue condenado a casi 26 años de cárcel y llegó a pasar 580 días tras las rejas.
Sin embargo, en una sentencia anterior, adoptada en abril pasado, el propio Supremo anuló esos dos juicios más otros dos en el que no llegó a haber condena, tras reconocer que un conflicto de competencias le debería haber impedido a Moro estar a cargo de esos procesos.
Según el tribunal, esos casos en los que Lula fue juzgado no se relacionaban con las corruptelas en la estatal Petrobras y por tanto estaban fuera de la jurisdicción de la corte de Curitiba, entonces a cargo de Moro y limitada a causas relacionadas con la petrolera.
El Supremo determinó que esos cuatro juicios sean reiniciados en tribunales de Brasilia, pero con la sentencia dictada este miércoles también estableció que, en el caso del apartamento de playa, todas las pruebas analizadas por Moro en su momento pasan a ser nulas y no podrán ser utilizadas por la corte que retome el proceso.
La sentencia que anuló las condenas contra Lula también restituyó al exmandatario todos sus derechos políticos, con lo que ahora está en plenas condiciones de presentarse como candidato a la Presidencia en las elecciones que se celebrarán en octubre del año próximo.
Lula no ha confirmado totalmente que aspire volver al poder, pero sí ha dicho sin ningún tapujo que lo hará “si fuera necesario” para desalojar al ultraderechista Jair Bolsonaro, su mayor antagonista en la política nacional y quien aspirará a la reelección en 2022.
Las encuestas que han circulado hasta ahora, cuando falta más de un año para que los brasileños vuelvan a las urnas, ya sitúan como claro favorito a Lula, quien dejó el poder el 1 de enero de 2011, tras ocho años de Gobierno, con una aprobación superior al 70 %.
Fuente: EFE
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