La parroquia universitaria Notre Dame de l’Immaculée Conception, en Puerto Príncipe, vuelve a estar llena para oír misa con el sacerdote francés Michel Bryant, quien asegura haber predicado la «no violencia» a los miembros de la banda armada que le mantuvo 20 días en cautiverio en Haití.
El sacerdote fue secuestrado el 11 de abril junto a otros nueve religiosos en Croix-des-Bouquets, a las afueras de Puerto Príncipe, por la banda armada 400 Mawozo, que fue poniendo en libertad de forma progresiva a los miembros del grupo, en el que había otros tres curas, una monja y un laico.
«Prediqué la no violencia a los secuestradores. La violencia lleva a la violencia. La no violencia es lo que siempre obtiene buenos resultados. Lleva tiempo y requiere una mayor fuerza interior, pero es la que conduce a los buenos resultados», dijo Bryant durante una entrevista con Efe.
Después de esta experiencia, que terminó con su puesta en libertad el 30 de abril, Bryant dice que se siente bien a nivel mental y, quizá por eso, toda su homilía giró en torno a la necesidad de perdonar a quienes te han hecho mal.
«La no violencia es el único camino y método que conduce a buenos resultados. No hay ningún cambio bueno que se haga a través de la violencia. Siempre hay grandes cambios para las causas por las que luchamos con la no violencia», afirmó.
Los secuestradores desplazaron al grupo de rehenes en tres ocasiones, los mantenían esposados y, en ocasiones, los dejaban sin comer pero, a pesar de esta mala experiencia, el religioso dice que no odia a Haití, donde lleva radicado unos 25 años en los que ha experimentado situaciones terribles.
En 2015, unos atracadores le dispararon cuando volvía del banco y le alcanzaron dos impactos por los que tuvo que recibir tratamiento en hospitales de Haití, Martinica y Francia.
También vivió el terremoto de 2010 en su parroquia de Saint-Antoine y en 1994 militares dispararon contra la rectoría donde vivía en plena noche.
«Me encanta el pueblo haitiano. Quiero demasiado al pueblo haitiano. No importa lo que me pase, no voy a dejar el país. No importa dónde estés, ahí es donde tienes que vivir tu esperanza. Ningún lugar es mejor que otro», dijo.
Según narró, sus captores sólo le amenazaron con una pistola el día que lo secuestraron.
«Durante mi detención me sentí libre de corazón. Liberas tu corazón cuando intentas perdonar a las personas que te han hecho daño», comentó.
«Dijeron que no querían hacernos daño. Eso es cierto. Nadie nos maltrató durante nuestra detención», sin embargo, las condiciones de detención no fueron suaves y fáciles, recordó.
En esas circunstancias «no me desesperé. Sabía que Dios me iba a ayudar a salir de donde estaba. Pasamos por una época de aislamiento. No sabíamos lo que pasaba fuera. Experimentamos un aislamiento total», relató.
«Lo más difícil es gestionar tu tiempo cuando no tienes nada que hacer. Rezamos juntos. Leímos los salmos y los evangelios. Bromeamos entre nosotros. Uno apoyaba al otro. Vivíamos juntos», dijo, recordando que cuando salieron los secuestradores los abrazaron.
Pero aunque perdone, Bryant condena los secuestros indiscriminados que se vienen registrando en el país en los últimos meses.
«No podemos aceptar esta situación. La laxitud del gobierno es la causa del aumento de los casos de secuestro. Temo por nuestro país. Hay demasiada gente armada», denunció.
De hecho, para el sacerdote, los secuestradores también son víctimas de la sociedad.
Según datos difundidos el pasado martes por el Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos (CARDH), los secuestros en Haití aumentaron más de un 300 % en abril pasado, en el contexto de una creciente ola de inseguridad que llevó a la dimisión del primer ministro Joseph Jouthe el mes pasado, precisamente, a raíz del rapto de los religiosos.
Fuente: EFE
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