Consumida por muchos y demonizada por otros, está a la orden del día. El acceso instantáneo a contenidos sexuales a través de internet es sencillo, incluso para menores de edad. Por ello es importante desmentir algunos mitos sobre la pornografía que pueden estar perjudicando tu vida sexual.
Se ha propiciado que los conocimientos en materia de sexualidad de muchas personas estén influidos por estas producciones que no dejan de ser una ficción. La educación sexual recibida por generaciones anteriores fue casi inexistente y cargada de prejuicios y tabúes.
Hoy en día existe una mayor apertura y conciencia respecto a su importancia, sin embargo, muchas veces seguimos recurriendo a fuentes poco apropiadas. Y esta elección inadecuada puede condicionar el modo en que vivimos la sexualidad, cargándonos de ansiedades y presiones.
Mitos de la pornografía que vale la pena saber
Cuerpos esculturales, situaciones fantasiosas e inverosímiles y placer fingido son algunos elementos recurrentes en la pornografía. Si los tomamos como ciertos y esperables, nuestra vida sexual puede volverse frustrante e insatisfactoria. Por ello, es importante discernir y desmitificar estos contenidos.
1. Los cuerpos son reales, no perfectos
En cuanto a gustos no hay nada escrito y cada persona puede tener opiniones diferentes respecto al tipo de cuerpos que le resultan atractivos. Sin embargo, en la pornografía se ofrecen con frecuencia imágenes irreales y estándares inalcanzables.
Los actores pueden seguir dietas estrictas y entrenamientos intensos, debido a que viven de su imagen. Además, es común que se hayan sometido a cirugías y retoques de edición.
En la vida cotidiana encontramos cuerpos diferentes, reales e imperfectos. Y esto no debe acomplejarnos o impedirnos disfrutar de la sexualidad. Al compararnos a nosotros mismos o a nuestros compañeros sexuales con estos estándares solo aumentamos el malestar y la preocupación.
2. Cada encuentro es diferente y no todos son de película
La pornografía muestra un contexto parcial y sesgado de los encuentros sexuales. En ella, los protagonistas siempre están dispuestos y completamente capacitados para llevar a cabo intensas y prolongadas sesiones de actividad sexual. La realidad es que el sexo es una actividad humana y, como tal, está condicionada.
Las personas no siempre se encuentran en las condiciones físicas, mentales o emocionales para tener encuentros extraordinarios. En ocasiones pueden sentirse cansadas o desconcentradas; pueden experimentar disfunciones, no alcanzar el orgasmo o preferir una actividad sexual de corta duración. Y esto es natural y está bien.
3. Las preferencias son personales
Consumir pornografía sin contar con una educación sexual adecuada puede llevarnos a asumir que todas las personas disfrutan con cierto tipo de prácticas. O a pensar que deberían disfrutar de ellas. Sin embargo, esto no es cierto y es imprescindible respetar las preferencias personales.
Hay quienes encuentran eróticas las prácticas de dominación y hay a quienes les resultan denigrantes y desagradables. Del mismo modo, algunas personas pueden desear involucrarse en tríos o practicar sexo anal, mientras para otras esto no suscita ningún tipo de interés. Conocer nuestros gustos y límites es tan fundamental como asegurarnos de respetar los de la otra persona.
4. El sexo no siempre es fácil y rápido
Los encuentros espontáneos, acelerados y libres de contratiempos son otro de los grandes mitos sobre la pornografía que hemos de desterrar. En función de la persona y de las circunstancias concretas, puede que en algún momento el sexo casual, rápido y espontáneo resulte satisfactorio. Sin embargo, en líneas generales, la excitación ha de construirse y para ello hace falta tiempo.
Las mujeres, en especial, necesitan una progresión en la que gestos, palabras, caricias y actitudes ayuden a despertar el deseo y a incrementar la excitación física y psicológica. Sin este elemento, la relación sexual puede resultar insatisfactoria e incluso dolorosa.
Además, si se van a realizar otro tipo de prácticas, como el sexo anal, la preparación se vuelve más indispensable. De lo contrario, pueden producirse lesiones y hacer de la experiencia algo sumamente desagradable.
En definitiva, es importante recordar que en la pornografía las escenas se cortan, manipulan y editan, pero en la vida real los procesos son diferentes.
Acudir a fuentes fiables para desmentir los mitos sobre la pornografía
Es muy positivo que cada día exista una mayor apertura y menos tabúes respecto a la sexualidad, que cada vez más personas se sientan libres de explorar y conocer nuevas maneras de disfrutar. Sin embargo, la pornografía no ha de ser la fuente de información y conocimiento.
Tomarla como referente solo añadirá presiones y expectativas incumplidas. Puede propiciar la aparición de disfunciones sexuales y desembocar en insatisfacción.
Expertos de todo el mundo ofrecen información clara y veraz por diferentes medios: libros, artículos digitales, revistas de divulgación. Incluso, si es necesario, puedes buscar la orientación de un sexólogo. Procuremos que en esta era de la sobreinformación nuestras elecciones sean adecuadas.
Fuente: Mejor con salud
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