Roma .- Un equipo médico italiano ha efectuado el primer trasplante de tráquea del mundo en un paciente que había sufrido COVID-19, al que las técnicas de ventilación invasiva necesarias para superar la enfermedad le habían causado graves lesiones que le impedían casi totalmente la respiración, informa hoy la Universidad de La Sapienza de Roma.
El trasplante fue realizado el pasado 2 de marzo en el Hospital Universitario Sant’Andrea, policlínico universitario de la red Sapienza, a un hombre de 50 años originario de Sicilia, que tras la operación fue capaz de volver a respirar y hablar por si mismo y que, después de un ciclo postoperatorio de tres semanas, regresó a su trabajo y su ciudad, donde lleva una vida normal.
La intervención quirúrgica, que involucró a 5 médicos y duró aproximadamente 4 horas y media, se realizó con sofisticadas técnicas de anestesia y en la misma la tráquea dañada fue retirada la enferma y sustituida por un segmento de aorta torácica criopreservada y perfectamente adaptable a las dimensiones del paciente, se explica en un comunicado.
«La patología traqueal era extensa y severa y no podía ser tratada con técnicas de reconstrucción (…) y la única opción plausible era la sustitución de toda la tráquea con biomateriales», según Erino Rendina, director de la Unidad de Cirugía Torácica del hospital.
La doctora Cecilia Menna, responsable del Programa “Tracheal Replacement” del Hospital Sant’Andrea que ha llevado a cabo la operación junto al profesor Rendina, detalló que «uno de los mayores problemas en la sustitución de la tráquea, tubo rígido y perdido era la restauración de su rigidez».
«Por eso introducimos en la aorta implantada un cilindro de silicona, la llamada prótesis de Dumon, de 10 cm de longitud, y restauramos completamente la permeabilidad aérea, la respiración, la fonación y la deglución», explicó.
El paciente, capaz de respirar y hablar por sí mismo inmediatamente después de despertarse, no necesitó hospitalización en cuidados intensivos ni traqueotomía y fue trasladado directamente al departamento de cirugía torácica.
Se le realizaron broncoscopias diarias para comprobar el correcto posicionamiento del cilindro de silicona y el buen estado de conservación del injerto aórtico. Su evolución postoperatoria fue regular y tres semanas después de la intervención, el paciente fue dado de alta, sin necesidad de tratamiento inmunosupresor, como ocurre con otros trasplantes de órganos, debido a la muy baja inmunogenicidad del injerto aórtico, detalló el equipo médico.
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