A Leidy Natalia un impacto le dejó sin vista en su ojo derecho durante las protestas contra la reforma tributaria de este miércoles en Colombia, en las que también un policía disparó varias veces a quemarropa en dirección de Marcelo Agredo, un menor que murió en Cali.
La violencia policial sigue latente en las protestas que se viven en Colombia, después de que el año pasado muriesen 14 personas y de que el paro nacional del 25 de noviembre de 2019 tuviese el nombre de Dilan Cruz, el estudiante de bachillerato que fue asesinado por un disparo de un capitán del Escuadrón Antidisturbios de la Policía (Esmad).
Decenas de miles de personas salieron este miércoles a las calles de muchas partes del país para exigir al Congreso que no aprobase la reforma tributaria que presentó el Gobierno de Iván Duque, que contiene medidas de ahogo económico para la creciente clase media y los sectores más afectados por la pandemia.
Las protestas, que continúan hoy, fueron en su mayoría pacíficas, pero acabaron en varias ciudades, sobre todo en Cali (suroeste), con la intervención de la Policía que actuó contra manifestantes por algunos hechos violentos de grupos de asistentes.
Las instituciones siguen sin dar cifras oficiales, pero la ONG Temblores, que se dedica a la atención y al registro de víctimas de violencia policial, registró hasta esta mañana 93 hechos de agresión por la fuerza pública, incluidos tres muertos y 35 heridos.
«Y hemos documentado con bastante preocupación un incremento de los disparos de los Esmad hacia los ojos de los manifestantes», explica a Efe el codirector de la ONG, Alejandro Lanz.
TRES MUERTOS EN CALI
«Mi niño falleció por consecuencia de un tiro que le metió un agente de policía», alega contundente en un video Armando Agredo. La muerte de su hijo, Marcelo, quedó documentada en varios videos donde se ve al joven de 17 años dando una patada por la espalda a un policía que estaba sentado en su motocicleta parada, y éste se gira y dispara varias veces en su dirección, a quemarropa.
Incluso se levanta de la moto y da un último disparo en el que Marcelo finalmente se desploma al suelo.
«No sabemos cuántos disparos recibió, pero claramente aquí hay un uso desproporcionado de la fuerza», alega Lanz, quien considera que el Policía debía haber aprehendido al joven por la agresión pero «no dispararle y quitarle la vida».
«Mi hijo atacó al policía, pero no era conveniente que me le dispararan a quemarropa sabiendo que todas las normas dicen que una persona con un arma de fuego no debe disparar ante una persona indefensa», justificó el papá de Marcelo en el video.
Temblores también recibió en su plataforma de denuncias información de otras dos muertes por violencia policial en Cali, que las abogadas de la ONG están investigando, y el caso de un joven en Neiva, la capital de Huila, que falleció por un supuesto ataque epiléptico, cuando participaba en la manifestación.
Organizaciones establecidas en Cali reclaman por «el hermetismo» de las autoridades de la ciudad a las que acusan de negar las agresiones que sufrieron civiles por parte de la fuerza pública.
«Tenemos el asesinato de dos menores de edad en un punto conocido como Puerto Resistencia donde se presenta un bloqueo de la vía por parte de la comunidad y dos menores resultan muertos por disparos de la Policía», dice a Efe Walter Agredo, del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos.
«Nos llama bastante la atención que la Alcaldía de Cali no se pronuncie sobre esos hechos y diga hoy en unas declaraciones que no hubo víctimas mortales vinculadas con las protestas», reclamó.
IMPACTOS EN LA CARA DE LOS PROTESTANTES
Este paro nacional, por el momento, está siendo más tranquilo que el anterior o las protestas de septiembre del año pasado, pero, según Temblores, el «Estado colombiano no está cumpliendo con los protocolos internacionalmente establecidos para la utilización de ese tipo de armas, que deben ser disparadas a ciertas distancias, en una dirección parabólica».
A Leidy Natalia los médicos le diagnosticaron «ojo estallado» después de que resultara herida durante la manifestación en Bogotá.
«Voy a perder la vista de mi ojo derecho. (…) Se me está saliendo el iris», contó en un en vivo con el portal Primera Lineal Col en el que responsabilizó al Esmad por la agresión que sufrió.
«No voy a volver a ver», lamentó al denunciar que se sintió «atacada de frente por el Esmad», aunque no detalló cómo fue que resultó con una fuerte hemorragia en su ojo.
Ella no es la única, hay otra persona que también perdió su ojo y otras tres que están en el quirófano con lesiones oculares graves, según el recuento de Temblores.
CASI 90 POLICÍAS AGREDIDOS
La Policía, por su parte, denunció que 87 agentes fueron «lesionados de diferente gravedad, entre ellos a un capitán y a un mayor que se están debatiendo en este momento entre la vida y la muerte», según dijo el director de la Policía, mayor general Jorge Luis Vargas.
El Gobierno y otras instituciones del Estado denunciaron «actos vandálicos» e incluso «terrorismo urbano» durante las protestas, en un discurso muy repetido que «sirve para criminalizar la protesta social», según Lanz.
Cuando se equiparan «vándalos y protestantes» se complica la judicialización de quienes efectivamente realizan hechos vandálicos, como pasó ayer con el asalto a un banco en Cali, donde no se arrestó a nadie, mientras que varios líderes sociales sí fueron detenidos ayer y acusados de actos de terrorismo.
«Cuando alguien tira una piedra (contra la Policía) está incurriendo en un delito tipificado en el Código Penal y esto debe ser judicializado ante un juez. En ningún caso esa persona, haya incurrido en un acto vandálico o no, debe ser golpeada o asesinada en el espacio público como hemos venido viendo», denuncian desde Temblores.
Fuente: EFE
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