A causa de la pandemia por la Covid-19, muchas actividades artísticas y culturales se detuvieron a nivel mundial, entre ellas la narración oral. Este sector se enfrentó al desafío de adaptarse a la virtualidad y la reinvención para no alejarse de su público.
“Nos hemos enfrentado a varios desafíos. Yo creo que el mayor de ellos es no poder estar cerca del público”, comenta Ana Valet, narradora oral escénica y miembro del colectivo de narradores ATiTeCuento.
Edmundo López, miembro de la Red Iberoamericana de Cuentería, menciona que “el primer desafío va a ser la vuelta a la realidad como tal, porque las actividades artísticas son las últimas en volver. Es lo último que a la gente le interesa.
Ese es un reto hasta económico para los que vivimos de esto, porque mientras las otras actividades económicas van retomando y generando, nosotros no, pero siguen los gastos”.
En cambio, Gabriel Iriarte, docente de la Carrera de Comunicación Social y cuentacuentos formado en La escuela del cuento en Bruselas, afirma que el confinamiento ha sido una oportunidad de reconectar con la historia que quiere contar.
“Me permite repensar cómo quiero contar una historia. No hubiera tenido esa oportunidad si no hubiera habido este tiempo de repensar y de no poder salir. Entonces, creo que también es una forma de encarar el qué es lo que hacemos y qué es lo que queremos hacer”, dice.
Los narradores también señalan cómo integraron sus presentaciones al formato virtual. Pamela Gutiérrez, miembro de ATiTeCuento, comenta que “se ha tenido que abrir el formato virtual y los narradores nos hemos tenido que adaptar a este espacio. Es importante mencionar que en 2020 muchos narradores hemos aportado cuentos en red para evitar que la depresión social existente aumente”.
Por su parte, López dice que también permitió la apertura de nuevos espacios. “Hemos empezado a mantener los mismos festivales, incluso otros más de manera virtual. Esto de alguna forma te da ciertas ventajas porque estábamos en un festival en España y luego a las dos horas teníamos que estar en uno de Córdoba”. Sin embargo, aclara que a pesar de estos esfuerzos “nada puede reemplazar a la comunicación interpersonal”.
Gutierrez, aseguró que la pandemia los ha obligado a reinventarse y a crear esa sensación emotiva de forma virtual, pero también de manera presencial manteniendo el distanciamiento.
Contar una historia
La narración oral puede ser entendida de muchas formas, según cada narrador. Iriarte la define como “una técnica o técnicas de contar una historia, una narrativa, en presencia de otras personas y bajo un único instrumento, o como instrumento principal: la palabra”. A su vez, Diego Montaño, miembro de ATiTeCuento, la ve como una de las primeras expresiones artísticas. “Comenzó siendo algo coloquial de lo que pasaba día a día, y era la necesidad de las personas por querer transmitir las experiencias que iban recolectando durante los días”.
Desde la perspectiva de Marina Cabrera, del grupo escénico La Boca, la narración oral es “transmitir el saber popular, contar las leyendas, historias de cada región”. También, señala que permite conectar entre seres humanos y desarrollar la imaginación en el espectador, especialmente en los niños. “El rol del artista es conectar con lo más humano”, afirma Cabrera.
Es evidente que existe un debate sobre el rol del narrador y la narración misma. “No creo en el cuentacuentos como un ser extraordinario, como un artista. Creo que todos somos cuentacuentos. El rol más importante de cuentacuentos es el cuento mismo”, comenta Iriarte. En cambio, Montaño menciona que el rol del narrador “es mantener viva la memoria histórica de los cuentos y de las tradiciones que se transmiten de generación en generación. Es el nexo entre las personas que escuchan la historia”.
Por el Día Internacional de la Narración Oral, el pasado 20 de marzo, el colectivo ATiTeCuento regresó con una jornada dedicada a contar historias para niños. Se espera que a futuro los proyectos se incrementen.
“En Bolivia, para el 2021, hemos iniciado las actividades presenciales con el ‘Día Internacional de los Cuentacuentos’ y estamos volviendo a nuestra actividad ‘Vino al cuento’ cada último viernes de cada mes, iniciando el 30 de abril” señala Gutiérrez.
También, Cabrera, del grupo La Boca, invita a sus nuevos proyectos: “Estamos pensando hacer proyectos de narración pensados para niños, por ahora, presentaciones presenciales o virtuales”.
Por su parte, Gabriel Iriarte habla sobre una página de Facebook llamada Narradores Orales de América Latina, que transmite esta clase de eventos virtuales de narración durante la noche.
Es así como esta actividad sigue sobreviviendo a pesar de las limitaciones, desafíos y retos que impuso la pandemia a sus difusores: los nexos entre la historia y el público, los cuentacuentos. Ya que para la mayoría de los narradores ésta práctica no dejará de existir, pues es parte de la esencia misma del ser humano y de su historia.
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