Praga, (EFE).- El confinamiento y las medidas contra la covid-19 han supuesto el cierre temporal de hoteles en la República Checa, una oportunidad utilizada por la alcaldía de Praga, capital del país con más contagios de la UE, para alquilar estos alojamientos y acoger ahí a los positivos sin techo.El Ayuntamiento capitalino abrió en noviembre pasado, de manera discreta -para evitar reacciones adversas de los vecinos-, la primera «casa de covid» en un hotel de cuatro estrellas.
Este alojamiento de lujo para clientes sin recursos empezó a funcionar como lugar de cuarentena, y desde entonces hay otros tres locales en funcionamiento, con capacidad para 181 personas.
POBLACIÓN VULNERABLE
El Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales estima que en Praga viven unas 3.250 personas sin hogar, y la incidencia de covid entre estas personas va en aumento, lo que explica este proyecto financiado por las arcas municipales y en el que colaboran también organizaciones sin ánimo de lucro.
«Nos llaman de los centros de servicios sociales, como casas de asilo, albergues, servicios humanitarios, hospitales, y a veces también policías que encontraron a alguien en la calle», explica a Efe Ludmila Tomesova, de la organización municipal Centro de Servicios Sociales Praga.
«Cuando abrimos la primera ‘casa de covid’ pensamos que sería suficiente, pero febrero fue muy, pero que muy intenso: hicimos test a muchos sin techo que dieron positivo y había que aislarlos», añade Tomesova y augura un mes de marzo «aún peor» en cuanto a los contagios.
Con 1.120 por 100.000 habitantes, la República Checa tiene la mayor tasa de contagio acumulada en 14 días de la Unión Europea (UE).
MOMENTO DE REFLEXIÓN
En la primera «casa de covid», con 60 camas, viven actualmente 25 personas, entre ellos Denisa Prochazkova, una mujer de 28 años, con problemas con las drogas desde los 18 años.
Hace un año decidió abandonar su hogar por la violencia a la que estaba expuesta allí.
«Desearía que todos en tiempos de pandemia se curen, estén sanos, que nos tratemos bien entre nosotros, y no haya gripes ni enfermedades», cuenta en declaraciones a Efe.
RUTINA DIARIA
En el hogar hay un equipo de 12 sanitarios que se van turnando para las rondas de visita a los alojados.
«Hoy hemos revisado a diez personas. La mayoría tenía tos, cansancio, dolor muscular y en las articulaciones, y respiraban con dificultad», explica Michal Dunedin, uno de los enfermeros.
Las personas sin techo pasan en este hogar unos diez días, el mínimo fijado para la cuarentena, y solo en caso de tener un test PCR negativo se les da el alta y deben volver a la calle.
«Echo de menos a mi niña de 8 años», dice Dusan Tot, un hombre de 57 años que antes de la covid-19 pernoctaba en un albergue «sucio» en otro barrio de Praga.
Tras nueve meses en la calle, Tot dice que estaba «acostumbrado a otra vida» y se muestra agradecido por el trato recibido en este hotel, aunque cuenta los días para salir y ver a su hija.
«Aquí se está muy bien. El personal sanitario es estupendo», concluye Tot.
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