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Diabetes emocional: ¿existe realmente?


 ¿Tengo diabetes emocional? Por llamativo que nos parezca, muchos pacientes diagnosticados con diabetes tipo 2 suelen preguntar a su médico si tal vez el origen de esa enfermedad esté en las preocupaciones, el estrés, la angustia cotidiana y en esas emociones que alteran la calidad de vida y hasta la salud. Ahora bien ¿puede ser esto posible?

Para empezar, la diabetes tipo 2 es una condición que consiste básicamente en un hecho: el organismo no procesa bien la insulina, un tipo de hormona básica y esencial que produce el páncreas. Gracias a ella, la glucosa de los alimentos que consumimos se convierte en energía. La resistencia a dicha hormona (o su baja producción) origina que, poco a poco, el nivel de azúcar en sangre se eleve y se originen serias alteraciones.

Este es el mecanismo por el que una persona es diabética. Si introducimos ahora el factor emocional podríamos hablar de cómo el estrés, por ejemplo, altera muchos de los procesos metabólicos. Es cierto que las emociones fuertes elevan el nivel de cortisol en sangre y con ello también aumenta la liberación de glucosa.

No obstante, pensemos. Por esa regla de tres, posiblemente, casi el 90 % de la población sería diabética. Si esta enfermedad dependiera “en exclusiva” del aspecto emocional gran parte de nosotros también habríamos desarrollado este problema. No obstante, hay algo evidente, los factores de estrés pueden ser a menudo promotores de cambios en el estilo de vida que sí pueden conducirnos a este problema de salud.

La diabetes emocional no existe: ¿por qué razón?

Hay enfermedades que, a pesar de estar con nosotros desde el principio de los tiempos, constituyen un desafío. La diabetes es todavía un problema de salud pública de gran impacto y cada día el número de afectados se eleva. Estudios, como el realizado en la Universidad de Manchester por la doctora Juliana Maina, señalan que es más importante que nunca que la población conozca las causas que derivan en la diabetes tipo 2.

El ritmo al que crece y la forma en que afecta a la esperanza de vida nos obliga a tomar conciencia de su realidad. Su desarrollo puede ser al principio silencioso y gradual hasta evidenciar su clara sintomatología sobre los 55 o 60 años. No obstante, esta enfermedad crónica aparece con gran frecuencia entre la población infantil. ¿Sus causas? Las siguientes.

¿Qué origina la aparición de la diabetes?

Tal y como hemos señalado al inicio, el desarrollo de la diabetes parte de un problema: el organismo o bien no produce suficiente insulina o no la procesa como debería. Sabemos que hay una serie de factores que originan este problema:

El completo abandono de hábitos de alimentación saludables. Inclinarnos por una dieta poco variada, rica en azúcares y alimentos procesados es un factor importante.

El aumento del índice de masa corporal y el sobrepeso.

La hipertensión.

La vida sedentaria.

Los factores genéticos son otro desencadenante habitual.

¿Por qué razón no existe la diabetes emocional?

La diabetes emocional no existe como enfermedad ni como categoría diagnóstica. Solo podemos hablar de diabetes tipo 1 y diabetes tipo 2.

Bien es cierto que hay una relación entre estrés crónico y la elevación de la glucosa en sangre.

Cuando el cuerpo sufre una mayor liberación de adrenalina y cortisol, el cerebro entiende que necesitamos más energía. Es entonces cuando se libera un nivel más elevado de glucosa en sangre.

Pero esto no nos convierte en personas diabéticas.

Es decir, las personas no diabéticas no tienen problema alguno en recuperar sus valores normales de glucosa. La metabolizan sin problemas.

Por contra, habrá personas cuyo páncreas no produzca suficiente insulina o que sean resistentes a ella, en cuyo caso no lograrán resolver ese pico elevado de glucosa en sangre.

Lo que nos dice la ciencia sobre la diabetes y nuestras emociones

Insistimos, no existen personas diabéticas como consecuencia única y exclusiva de haber vivido situaciones estresantes. Ahora bien, los estudios realizados sobre el tema nos señalan aspectos interesantes sobre los que vale la pena hablar.

La Universidad de Tel Aviv realizó en el 2006 una investigación sobre la relación entre el burnout laboral y la diabetes. Hubo una relación significativa que ahora explicaremos.

Sucedió lo mismo en un gran estudio poblacional realizado por la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología. No podemos hablar de la existencia de la diabetes emocional, es cierto, pero hay matices interesantes. Las emociones pueden actuar a veces junto a otros factores decisivos en el desarrollo de esta enfermedad. Lo analizamos.

La depresión y el agotamiento crónico pueden alterar nuestro estilo de vida y predecir la diabetes

Imaginemos a una persona que ha pasado años sufriendo una situación de burnout en su trabajo. Al cabo del tiempo deriva en una depresión y con ella todo su estilo de vida cambia: se alteran sus hábitos de alimentación, su vida es muy sedentaria, padece insomnio… Todo estos son factores más que evidentes para que se eleve el riesgo de padecer diabetes.

Es decir, no podemos hablar como tal de la diabetes emocional ni concluir con el hecho de que las emociones adversas nos convierten en diabéticos. Sin embargo, factores como la depresión, sí alteran nuestros hábitos de comportamiento y alimentación como para derivar (en ciertos casos) en esta enfermedad crónica. Vale la pena tenerlo presente.

Fuente: Mejor con salud

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