Perteneciente a la familia de las Quenopodiáceas, la espinaca es una hortaliza de hojas comestibles, de gran tamaño y poco tallo (también comestible), y de color verde oscuro. Su cultivo se puede realizar en cualquier época del año y puede consumirse tanto cruda como cocida.
El origen de la espinaca estaría en Persia, según diferentes autores, y su llegada a España fue gracias a los árabes en el Siglo XI, para luego extenderse su cultivo por el resto de Europa. Llegando a los Siglos XV y XVI, los principales consumidores ya eran Inglaterra, Holanda y Francia. Recién en el año 1920 es cuando se volvió popular en América, tras descubrir sus propiedades nutricionales. Pero sin dudas nada hubiera sido lo mismo para este verde amigo si no fuera por la popularidad de Popeye y cómo influyó en el consumo en las próximas décadas.
Al analizar el químico alemán Emil von Wolff el contenido de hierro de las espinacas, en 1870, al detallar los casi 4 mg de hierro por cada 100 gr de espinaca, lo transformó en 40 mg/100 g al ubicar mal la coma, por lo que de manera instantánea se convirtió en la mayor fuente vegetal del mineral. Transcurre el año 1930 y los Estados Unidos sufren una gran crisis económica y social, hecho que derivó en que gran parte de su población sufriera desnutrición. Ante ello, y teniendo en cuenta ese viejo estudio de Von Wolff, se creyó que la espinaca podría ser la clave para recuperar la fuerza perdida por la anemia y que cuanto más hierro se ingiriera, mayor sería la rapidez para recuperar la fuerza de las personas.
Incluso, “después de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades sanitarias estadounidenses empezaron a detectar un incremento de las anemias entre los niños.
Cuanta más espinacas comían los jóvenes de la ‘generación Popeye’, más déficit de hierro tenían en la sangre. La causa es que la espinaca no sólo no tiene tanto hierro, sino que además tiene ‘inhibidores de la absorción’ del hierro por el sistema digestivo”, detalló un informe del Consejo Argentino sobre Seguridad de Alimentos y Nutrición.
Sin embargo, al margen del error de Popeye, la espinaca “es considerada como un superalimento por tener altas concentraciones de nutrientes y se encuentra en las primeras posiciones en el ranking de ANDI (índice que rankea a los alimentos según la densidad nutritiva). Siendo 1000 el valor más nutritivo, la espinaca tiene un puntaje de 707”, afirmó en charla con Infobae la licenciada en Nutrición María Victoria Urraco (M.N. 8461 / M.P. 4870).
“Es un alimento lleno de propiedades y beneficios para la salud que se destaca por su gran aporte de fibra tanto soluble como insoluble (2,6 gr cada 100 gr de espinaca fresca), además de un bajo aporte de hidratos de carbono y baja densidad calórica (pocas calorías en mucho volumen)”, continuó Urraco, quien detalló que también “es una hortaliza rica en minerales (potasio, calcio, hierro, cinc y magnesio) y con altos niveles de vitaminas A, C y E, lo que hace que sea un alimento con grandes propiedades antiinflamatorias. Además posee gran aporte de ácido fólico”.
Sin embargo, la especialista también aclara que “contiene altos niveles de ácido oxálico que puede inhibir la absorción de nutrientes como el calcio y el hierro. La cocción de este vegetal ayudaría a reducir el contenido de este antinutriente. Esto es importante también porque el ácido oxálico tiene la capacidad de combinarse con minerales como el magnesio, el hierro o el calcio y puede propiciar la formación de cristales de oxalato, que favorecen la aparición de cálculos renales. Por eso se recomienda que aquellas personas que tengan patologías renales reduzcan su consumo o eviten consumirla cruda. A su vez, al tener gran cantidad de vitamina K,¿ aquellas personas que tomen anticoagulantes orales, no deben abusar de su consumo, ya que podría interferir con su metabolismo”.
Incluso, “en el caso de los menores de 1 año, es conveniente limitar la cantidad ofrecida, ya que este vegetal contiene una elevada cantidad de nitratos (sustancia que el cuerpo convierte en nitritos), y puede incrementar el riesgo de sufrir metahemoglobinemia en niños (aumento de metahemoglobina en sangre, que disminuye la capacidad de transportar oxígeno hacia los tejidos)”.
Respecto de su cocción y conservación, Urraco afirmó que “se puede consumir fresca o cocida en todo tipo de preparaciones, como ensaladas, tartas, veggie burgers, blinis, buñuelos, salsas e infinidad de recetas. Para conservarla en heladera basta con lavarla bien, escurrirla y mantenerla en un recipiente tapado¿ con papel absorbente. Si se quiere conservar congelada se puede blanquear (hervor de 2 minutos), escurrir y guardar en bolsitas herméticas aptas para freezer”.
En exclusiva para Infobae, los más destacados chefs y nutricionistas presentan el paso a paso con nuevas ideas para poder incorporar este vegetal a la dieta diaria.
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