Cuando las personalidades chocan, surge el conflicto, la desavenencia y el malestar. Hay quien señala que a veces el destino se las ingenia para obligarnos a compartir escenarios con personas con las que no llevarnos bien. Sucede en el colegio, el instituto, el trabajo… De algún modo, casi siempre acabamos encontrándonos con alguien que parece ser todo lo opuesto a nosotros mismos.
Mala suerte, ¿quizá? En absoluto. El ser humano es tan complejo en materia de personalidad que es casi inevitable que, de vez en cuando, surjan diferencias, las aristas y hasta los antagonismos con unos y con otros. Saber convivir es la llave maestra en este tipo de situaciones. Sin embargo, hay algo determinante que debemos considerar.
En ocasiones, estos “choques” de carácter no aparecen solo entre figuras que quedan fuera de nuestra esfera más íntima. Es común también que a veces nuestra forma de ser se dé de bruces con un familiar, un amigo y hasta con una pareja. De pronto, podemos tomar plena conciencia de que esa persona con quien compartimos vida y proyectos es incompatible con nosotros.
Cuando las personalidades chocan, ¿cuáles son las causas?
Decía Carl Jung que la principal causa de conflicto en la vida cotidiana eran los antagonismos entre la personalidad introvertida y la personalidad extrovertida. Esta podría ser una hipótesis. Al fin y al cabo, todos sabemos lo que nos puede llegar a agotar o contrariar, por ejemplo, alguien excesivamente abierto o reservado.
Sin embargo, cuando las personalidades chocan lo hacen por muchos más desencadenantes que por estas dos tipologías. De hecho, es interesante saber que a la ciencia le interesa este tema desde hace décadas por razones de peso. Sabemos que muchos conflictos laborales tienen como motivante esas diferencias de carácter y esos antagonismos. Así, estudios, como el publicado en la revista Nature, por la doctora Kendall Powell nos indican algo relevante.
En ocasiones, esos desencuentros pueden frenar el desarrollo de muchas carreras, avances científicos en el ámbito de laboratorio y hasta descubrimientos. El mal ambiente de trabajo es como un humo tóxico que apaga motivaciones, creatividad y desempeño. Sin embargo ¿por qué sucede? ¿Qué hay detrás de esos desencuentros de carácter?
Más allá de la forma de ser está el respeto
Hablábamos anteriormente de las personalidades introvertidas e introvertidas. Bien, lo cierto es que esta teoría no tiene tanta trascendencia como pensamos. Más allá de nuestra forma de ser, está el modo en que nos comportamos con los demás, y esta es la auténtica diferencia.
De este modo, uno puede ser muy extrovertido o menos, defensor de unas ideas, de unas tendencias políticas u otras, pero si sabe respetar a los demás, rara vez se formarán nudos que no se puedan deshacer. No importa que tengamos un compañero de trabajo o un familiar con un estilo de vida muy diferente al nuestro, si sabe convivir, es receptivo y respetuoso no existirán excesivas fricciones.
Diferencia de valores
Cuando las personalidades chocan en una relación de pareja y nos decimos aquello de “tú y yo somos incompatibles”, hay algo más que un roce en cuanto a carácter. La diferencia en los respectivos valores de cada uno es lo que sitúa a uno en una punta y a otro en la otra.
Defender principios antagónicos, guiarse por dimensiones diferentes y no comprender los del otro marca, por lo general, grandes vetas en cualquier relación.
Cuando las personalidades chocan porque una de ellas es conflictiva
Muchos lo habremos vivido en nuestra propia piel. En ocasiones, no experimentamos problema alguno trabajando o compartiendo espacio con personas que evidencian una personalidad muy distinta a la nuestra. Sin embargo, esto cambia cuando nos encontramos con personalidades conflictivas.
En estos casos, estamos ante un patrón de comportamiento que busca ex profeso, la diferencia, encender la discordia y el desacuerdo.
¿Qué podemos hacer cuando nuestra forma de ser es incompatible con la de alguien?
Nuestra realidad sería maravillosa y enriquecedora si pudiéramos sacar mayor partido de nuestras diferencias de personalidad. Cada uno de nosotros, en cada una de nuestras particularidades, somos capaces de ofrecer a los demás perspectivas nuevas con las que ver el mundo desde otros prismas. Ser diferentes no es problema, el problema es no aceptar la diferencia.
De algún modo, cuando las personalidades chocan ocurre porque hay un exceso de idiosincrasia. Es ese enfoque con el cual, hacer ver al otro que mi verdad es mi única verdad y la tuya no vale. Esa fricción insoportable llega cuando caemos en los extremos y en los problemas de convivencia. Por ello, siempre es adecuado reflexionar en algunos aspectos:
Tú y yo somos incompatibles ¿qué hacemos ahora?
Trabajo, familia, amistades e incluso relaciones de pareja. Hay veces en que sentimos que hemos llegado al límite. Nos decimos que no podemos más con la forma de ser del otro… ¿Qué podemos hacer?
Lo primero es entender que las diferencias de personalidad no deben equivaler a un conflicto. Sentir que pensamos de forma diferente y que valoramos cosas opuestas al otro, no tiene por qué conducirnos a la conflictividad. Basta con asumir y aceptar que esa relación no va a poder dar más de sí.
Howard Gardner, psicólogo e investigador de la Universidad de Harvard, acuñó el interesante término de la “inteligencia interpersonal“. Saber manejarnos en situaciones de choque de personalidad es una herramienta que estamos obligados a desarrollar. Para ello, es recomendable por ejemplo, examinar siempre la propia psicodinámica interna: ¿por qué esa persona es tan difícil para mí? ¿Por qué me enfada, quita la calma y “choca” conmigo?
Asimismo, en esas situaciones en las que no es posible la distancia, como es en los escenarios laborales, siempre es bueno intentar situar la mirada en las semejanzas que en las diferencias. Podemos ser incompatibles en muchos aspectos, pero ello no quita que logremos convivir e incluso de coincidir en pequeños aspectos.
Fuente: Mejor con salud
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