La ingeniera Francina Hungría reveló que duró varias semanas sin dormir bien pensando en la joven Yocairi Amarante, quien ha quedado prácticamente ciega, con el rostro y gran parte de su cuerpo desfigurado como consecuencia de las quemaduras que le provocó el “ácido del diablo” que le lanzaron unos sujetos por orden de su expareja Willy Antonio Javier.
Francina, quien hace ocho años perdió la vista cuando unos atracadores le dispararon en la cara, dice que sabe lo que siente Yocairi que es un dolor similar al de ella cuando sufrió dicha tragedia.
Agregó que sintió una tortura tan grande que llegó a desear la muerte antes que seguir viviendo con tanto dolor, y reconoce que lo que a ella le pasó no se compara con lo de la joven Amarante.
Entrevistada por Héctor Herrera Cabral en el programa D´AGENDA cada domingo se difunde por Telesistema Canal 11, la presidenta de la Fundación que lleva su nombre dice que le dio mucha satisfacción que recientemente se colgó en las redes sociales un video donde aparecía Yocairi bailando salsa.
La definió como una joven muy enérgica y ya con esa actitud, de alguna forma, tiene el pleito ganado, aunque comparte la preocupación de la joven por la situación de cómo quedará su rostro, porque la herida de bala que ella sufrió le fracturó el hueso del pómulo izquierdo de su cara y los médicos tuvieron que ponerle una prótesis para que pudiera lucir parecido a lo que era antes de ser agredida.
“Yo duré varias semanas sin poder dormir bien pensando en Yocairi, yo se lo que yo pasé, el dolor que no me dejaba comer, el sufrimiento de mis seres queridos, aquello que era una tortura tan grande que en algún momento dije es mejor estar muerta que vivir con tanto dolor”, enfatizó la profesional de la ingeniería.
Francina Hungría aseguró que, aunque es difícil de entenderlo, de cualquier circunstancia difícil se puede sacar algo positivo.
“En algún momento a mi me lo dijeron en medio de mi dolor, y yo decía qué positivo se puede sacar de esto, sin embargo, el señor me mostró el camino después, porque hay que tener paciencia, hay procesos que agotar y dejar que las heridas se sanen”, explicó.
Visiblemente conmocionada a tal punto que por momentos no pudo contener las lágrimas, Francina recordó que hace ocho años, igual que lo que está viviendo Yocairi, ella no se podía dar el lujo de esperar sanar para empezar a trabajar.
“Yo he tenido que sentirme productiva y ser productiva para poder mantenerme y solventar el costo de lo que a mi me sucedió, entonces exhortarle a Yocairi que llore, que sienta miedo, rabia, porque le pregunté a Dios muchas veces que si yo no le había hecho mal a nadie por qué me había sucedido eso, pero yo creo que es mejor llorar de pie haciendo cualquier actividad productiva”, dijo la activista social.
Recordó que cuando regresó al país y comenzó hablar de su situación, gracias a los medios de comunicación, mucha gente que estaban padeciendo de ceguera se animaron porque vieron en ella la persona que podía levantar la voz a favor de ese sector.
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