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“En nombre de Dios”, la historia detrás del “Pare de sufrir”


 Infobae.- Hay dos cosas de las que el mundo está lleno: de prejuicios y de fe. ¿Qué es lo que nos llama tanto la atención de la Iglesia Universal del Reino de Dios? ¿El diezmo en bolsas de terciopelo, los exorcismos televisados, el portuñol, las denuncias de lavado de dinero o sus enormes iglesias blancas? ¿O lo que nos asusta es la influencia religiosa en la política, que puede engendrar fenómenos como la alianza actual entre la Universal y el Gobierno de Jair Messias Bolsonaro en Brasil?

Los seis capítulos que conforman la serie de podcast En nombre de Dios, producida por Anfibia y Podimo, proponen preguntas algo más amplias y que exceden a la Iglesia Universal del Reino de Dios: ¿Qué es una religión? ¿Y una secta? ¿Cómo se identifica una estafa espiritual? ¿Qué diferencia hay entre una ofrenda campesina y un diezmo vía transferencia online? En definitiva: ¿qué es creer? Porque, aceptémoslo: todos creemos en algo. Da igual si es en Jesucristo, en la energía, en los ovnis, en el Espíritu Santo, en que las casualidades no existen, en que un mundo mejor es posible o en la vida después de la muerte.

Los debates sobre las creencias existen desde que el mundo es mundo, y la filosofía los abordó una infinidad de veces. El atormentado alemán Friedrich Nietzsche escribió a finales del siglo XIX “Dios ha muerto”. Un par de siglos antes, el francés François-Marie Arouet (más conocido como Voltaire) planteó que “si Dios no existiera, habría que inventarlo”.

En Argentina, los “sin religión” constituyen una minoría. Así lo indica la Segunda encuesta nacional sobre creencias y actitudes religiosas, un trabajo realizado con el respaldo del Conicet y del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL). Casi el 69 por ciento es católico, aunque su peso relativo —a pesar de que el Papa es argentino— está cayendo, mientras que el evangelismo viene en alza. En 2008, los católicos eran el 76,5 y los evangélicos, el 9 por ciento. Hoy crecieron y representan el 15 por ciento.

Tomando como disparador el caso de Argentina, En nombre de Dios explora el crecimiento del evangelismo en el mundo, y específicamente en Latinoamérica. Acá donde la colonización impuso el catolicismo, en los últimos años creció el evangelismo. Según el informe del Pew Research Center de 2014, el 29 por ciento de los latinoamericanos es evangélico. El número creció un 15 por ciento en los últimos 40 años.

De todos modos, dentro de ese universo, coexisten muchas tendencias ideológicas: progresistas, de ultraderecha, moderados e infinitos etcéteras. En gran parte, hay diversidad gracias a la idea evangélica de que todos podemos (y debemos) dar testimonio del Espíritu Santo en la Tierra. Dentro de esa gran constelación, la Universal es solo una pieza más. Visible, pero solo una más, lo que nos recuerda repetir como un mantra: la Iglesia Universal del Reino de Dios es evangélica pero no representa a todo el evangelismo.

Su particularidad, quizá, radique en su estridencia, en sus modos. El investigador de Área Sociedad, Cultura y Religión de Conicet y especialista en el tema Marcos Carbonelli, explicó: “Es una forma religiosa que nace en Brasil y se caracteriza por tener un modo muy espectacular de proselitismo, con pastores a viva voz, cultos multitudinarios, mucho uso mediático y una gran combinación de recursos materiales y simbólicos, donde también el milagro está muy fuerte”. Por lo que, en las sedes de la Iglesia Universal (son 227 las formalmente registradas en Argentina) puede suceder de todo. Por ejemplo, lo que ocurre durante los “viernes de liberación”, una jornada en la que los fieles van subiendo al escenario para contar problemas: “un dolor en los testículos”, una “con la columna quebrada”, un “reuma deformante”. Una tarde noche en la que ocurren diálogos entre poseídos y pastores:

—¿Cuál es tu nombre?

—La muerte.

—¿Qué harías si pudieras?

—Matarte.

—¿Quién te hace estar de rodillas?

—El hijo.

—¿Qué hijo? Dilo. Tú sabes y vas a hablar. ¿Quién te hace estar de rodillas?

—El hijo de Dios.

—¿Y cómo se llama?

—¡Nooooo!

—Dilo. Di el nombre. ¡Vas a hablar!

—¡Jesús!

—¡Amén!

Mientras tanto, en las paredes del templo de Almagro, sobre la avenida Corrientes de la Ciudad de Buenos Aires, un cartel recuerda: “Filmamos las reuniones para mostrar a través de los medios el poder de Dios”.

Porque si hay algo que su fundador Edir Macedo tuvo claro desde el principio es que si quería crear un imperio, tenía que hacerlo con los medios de comunicación a su favor. O, más bien, entendió que los medios de comunicación son uno de los materiales con los que se fabrica un imperio.

Así que mientras la Iglesia se expandía a decenas de países del mundo, también crecía el conglomerado mediático con el que hoy cuentan: la segunda cadena de televisión más vista de Brasil, radios, películas, series, canciones. Por si fuera poco, Macedo construyó una réplica del templo de Jerusalén en San Pablo.

A través de archivo, especialistas y el testimonio de Hugo (pastor de la Universal), la serie de seis capítulos muestra cómo algunos ven “estafas” en donde otros contemplan la “doctrina de la prosperidad”. O cómo llaman “guerra espiritual” a eso que otros describirían como “exorcismo sobreactuado”.

“¿En la Iglesia Universal se hace lavado de cerebro? Yo siempre respondo que sí”, nos dijo el pastor. Y argumentó: “Yo era una persona violenta, con el lavado de cerebro dejé de ser una persona violenta”. El hombre mide casi dos metros, asegura que fue barrabrava del Flamengo, que lastimó gente, que predicó en Brasil y en Paraguay. Ahora lo hace en Argentina, en donde también lidera el ala joven de la organización, es profesor de jiu jitsu y la expresión perfecta del canto a la meritocracia que la Iglesia propone.

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Una de las cosas que no le gustaba del catolicismo, dice, era que su líder estuviera muerto y crucificado. Tal vez por eso algo lo seduce del hecho de que el fundador de la organización a la que hoy pertenece haya pasado de ser un empleado a ocupar el puesto 1.638 del ranking de Forbes en 2015, con más de mil millones de dólares.

¿Edir Macedo es millonario porque se aprovecha de sus seguidores? ¿O lo que da a cambio de lo que aportan es justo? ¿Se aprovecha de sus fieles? ¿O es un modo transparente de financiarse? ¿De qué se tratan las acusaciones por corrupción y lavado de dinero? ¿El diezmo funciona igual que una ofrenda?

En nombre de Dios es un podcast documental producido por Anfibia Podcast en exclusiva para Podimo, en el que se intenta organizar todo eso que creemos saber sobre la Iglesia Universal del Reino de Dios. Es una serie que busca indagar por qué, a más de treinta años de su llegada a la Argentina, todavía nos parece ajena, externa, exótica, algo que nada tiene que ver con nosotros. Sin embargo, la conocemos muy bien, ya sea por sus pastores gritando en portugués en la televisión, por sus templos rimbombantes o por su eslogan, esa frase que ya se imprimió en el inconsciente colectivo. Una consigna clara, sencilla, eficiente, ansiosa. Una frase que te interpela y te habla a vos y a tus incertidumbres. Un imperativo poco pretencioso que, entre tanto ‘soltar’ y ‘sentir’, encontró su target: “pare de sufrir”.

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