(EFE).- El presidente electo de EE.UU., Joe Biden, sentó este lunes las bases para su investidura, un acto que contrastará con cualquier otra toma de posesión en la historia del país, con un público reducido, menos fiestas y mucha incertidumbre sobre los planes del mandatario saliente, Donald Trump.
Biden anunció la formación de un comité encargado de organizar actividades relacionadas con su ceremonia de llegada al poder, prevista para el 20 de enero de 2021 y que, debido a la pandemia, será necesariamente diferente a las que llenan Washington de multitudes y festejos cada cuatro años.
El escenario donde Biden jurará su cargo ya ha comenzado a construirse a las puertas del Capitolio, y delante de la Casa Blanca se erige poco a poco la estructura desde la que se espera que el presidente electo contemple el tradicional desfile esa misma jornada.
Todo lo demás está aún en el aire, y el comité formado por Biden, junto con otra comisión del Congreso de EE.UU., tienen ahora un mes y medio para dar forma a una investidura atípica, que reflejará probablemente la cautela del presidente electo respecto a la covid-19 y su voluntad de seguir las recomendaciones científicas.
«Los comités le darán prioridad a la seguridad y salud del público, previniendo así la propagación de la covid-19», subrayó este lunes el equipo de Biden.
EL RETO DE LAS MULTITUDES
En una investidura normal, habría unas 1.600 personas en la plataforma en la que el presidente electo jura su cargo, y alrededor de 200.000 invitados en un perímetro que se extiende por el inicio de la explanada del National Mall, contigua al Capitolio.
Se espera que esas multitudes se reduzcan en esta ocasión, y no está claro si también se tomarán medidas para impedir que haya aglomeraciones más allá de las zonas para invitados: durante la investidura de Barack Obama en 2009, por ejemplo, 1,8 millones de personas se congregaron en el centro de Washington para celebrarlo.
También es probable que quienes vayan a estar cerca de Biden en la plataforma principal tengan que someterse a pruebas de covid-19, y aunque el propio presidente electo suele llevar mascarilla en público, ha dicho a sus asesores que preferiría no ponérsela el día de su toma de posesión, según la cadena CNN.
El almuerzo tradicional que reúne a unas 200 personas en un salón del Congreso podría tener que modificarse, y es posible que no haya coro detrás del presidente electo durante la ceremonia.
Tampoco está claro qué ocurrirá con las tradicionales fiestas a las que asisten cientos de personas para ver bailar al nuevo presidente con la primera dama, pero el equipo de Biden está planteándose organizarlos de forma virtual, para que sus simpatizantes puedan seguirlos desde sus casas.
INQUIETUD POR LOS PLANES DE TRUMP
La incógnita principal es qué hará Trump, porque tradicionalmente, el presidente saliente acude a la toma de posesión de su sucesor y se sienta en la plataforma principal durante su discurso.
Trump sigue sin reconocer formalmente la victoria de Biden y sólo ha indicado que ya ha decidido si asistirá o no a la ceremonia, sin aclarar qué hará.
Los rumores sobre sus posibles planes han inundado Washington: el diario The Daily Beast aseguró este fin de semana, citando a dos fuentes cercanas a Trump, que el mandatario está pensando en organizar un acto el mismo día de la investidura para promover una posible nueva campaña presidencial en 2024.
El comité para la investidura que anunció este lunes Biden está presidido por Tony Allen, presidente de la Universidad Estatal de Delaware; y tiene como director ejecutivo a Maju Varghese, que fue asesor de la campaña del ahora presidente electo.
Habrá dos directoras ejecutivas adjuntas, Erin Wilson e Yvanna Cancela, una hija de inmigrantes cubanos que a sus 33 años es la primera senadora estatal latina de Nevada y que participó en la Convención Nacional Demócrata en agosto.
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