París, (EFE). -Las grandes desigualdades sociales en Latinoamérica, que tienen su reflejo en la fractura digital, constituyen uno de sus grandes lastres que explican que en 2020 la recesión será mayor que en las otras grandes regiones en desarrollo y le hará retroceder al nivel de actividad de 2009.
En un informe publicado este jueves, cuatro organismos internacionales capitaneados por la OCDE recuerdan que las previsiones auguran una caída del producto interior bruto (PIB) latinoamericano superior al 9 % y dibujan el escenario social que eso va a acarrear.
Según las estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) y de la Comisión Europea (CE), la pobreza en la región podría incrementarse en 6,9 puntos porcentuales respecto al año pasado.
El retroceso del PIB regional este año al nivel de 2009, ya vaticinado hace meses, significa que la cifra de pobres aumentará hasta 230,9 millones, un 37,3 % de la población. Además, la pobreza extrema subirá en 28,5 millones de personas, hasta un total de 96,2 millones.
En paralelo, se teme que 2,7 millones de empresas, en su inmensa mayoría pequeñas, tendrán que bajar la persiana y pueden desaparecer 8,5 millones de empleos.
MAYOR IMPACTO DE LA CRISIS EN LATINOAMÉRICA
El impacto de la crisis será más fuerte en Latinoamérica, en particular porque “la pandemia llegó en muy mal momento”, afirmó el secretario general de la OCDE, el mexicano Ángel Gurría, en la presentación en línea del informe, realizada en el marco de la Asamblea General de la ONU y con la participación de los presidentes de Colombia, Iván Duque, y de Costa Rica, Carlos Alvarado.
Gurría se refirió a los altos niveles de pobreza y a la informalidad laboral, que afecta al 54 % de la mano de obra, y dijo que esos trabajadores informales tienen tres o cuatro veces menos posibilidades para formarse en las tecnologías digitales, que para los autores del estudio son la gran oportunidad para salir del agujero.
De hecho, la idea que remachó Gurría es que “los países con mejor preparación digital serán los primeros en salir de la crisis”.
Y ahí la situación de partida no es buena teniendo en cuenta que el porcentaje de personas con conexión a internet es allí del 68 % (datos de 2018), cuando la media en la OCDE es el 84 %.
Peor aún, entre el 20 % con mayores ingresos, los conectados en Latinoamérica son el 75 %, cuando entre el 20 % de los más desfavorecidos únicamente suponen el 37 %.
Son 38 puntos porcentuales de brecha digital en ese indicador, muy superior a los 25 que se da de media en la OCDE.
La secretaria general de la CELAC, Alicia Bárcena, señaló que “la digitalización es hoy un bien básico y necesario” pero en Latinoamérica -donde un acceso a internet supone el 14 % de los ingresos, frente al 3 % en Europa- un 40 % de las familias carecen de conexión.
En ese contexto, menos de la mitad de los latinoamericanos tienen suficiente experiencia en el uso de ordenadores y de otras herramientas digitales para realizar tareas profesionales básicas.
El presidente costarricense también quiso llamar la atención sobre las funestas consecuencias de esa brecha digital al hacer notar que “en nuestro presente y en nuestro futuro la desigualdad ya no es de ingresos (…) sino que la verdadera desigualdad está en el acceso” a la educación, a la salud y al conocimiento.
RECUPERACIÓN “MÁS DURA” EN LA REGIÓN
Alvarado reconoció en Latinoamérica que la recuperación “va a ser más dura que la de Estados Unidos, que la de China o la de Europa” por eso y porque la región no dispone de los mismos márgenes fiscales para llevar a cabo políticas de estímulo.
Y a renglón seguido añadió que si América Latina no se recupera al mismo ritmo, eso también tendrá consecuencias en términos de migraciones, de criminalidad, de intercambios comerciales y de inestabilidad social, que se sentirán en el resto del mundo.
Gurría tampoco se privó de enviar otro mensaje claro en dirección de los dirigentes de la región en el sentido de que en este momento la cuestión no es escoger entre la urgencia sanitaria y la económica sino que hay que luchar contra el coronavirus “por todos los medios, porque eso hará menos oneroso el costo económico de la propia pandemia”.
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